
No hubo libreto y si lo hubo, la producción desatinó al no alertar al artista que no era prudente justificar las aventuras amorosas en ‘Infieles’ mientras, por otro lado, advertía contra los estragos de la epidemia del sida antes de cantar ‘Angelito’.
Asimismo habló de la atención de los padres a los hijos mientras, inexplicablemente, invitó a “prender” antes de interpretar ‘Ojitos chiquititos’, una canción alusiva, implícitamente, a los efectos del uso de la marihuana. Pero lo más desconcertante del concierto fue su estridente sonido. Fue obvio que no hubo una prueba de audio para balancear la mezcla de los instrumentos en la consola, restarle bajo y graves al profundo beat del reguetón y controlar el volumen de la batería, causas de que el trabajo realizado por Ángelo Torres en los arreglos sinfónicos de los éxitos de Don Omar pasara inadvertido.
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